miércoles, 23 de septiembre de 2009

Pérdidas

Cuando se trata de escoger entre dos males se opta por el menor. No es una decisión fácil, le he dado vueltas durante cuatro días. Debo elegir entre vivir el "hoy" al máximo sin importar futuras tristezas o, como en el poker, retirarme a tiempo antes de que las pérdidas sean incalculables.

De cualquier forma duele, pero si le preguntaran al enfermo si considera que perder un dedo es menos malo que la amputación de todo el brazo ni siquiera lo dudaría. En el sentido más práctico, de eso se tratan las relaciones personales, traen consigo muchas cosas buenas pero tarde o temprano acabaremos sufriendo en mayor o menor medida.

No hubo cartas marcadas, siempre supimos quién era quién. El arte de un buen jugador está en saber retirarse a tiempo. Me duele, ya te extraño, haces falta; pero prefiero perder sólo un dedo.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Nota Mental

Terminó el partido (malísimo, por cierto) del América. Por morbosa, no pude evitar ver el principio de Nuestra Belleza 2009. Describir los 10 primeros minutos como "vomitivos" sería un eufemismo. 34 niñas cantando y bailando canciones con letras estúpidas, al más puro estilo de aquellas de Garibaldi en los noventa, revoloteaban en el escenario. ¿Es que de verdad no se cansan de denigrarse?

Conduciendo, el perpetuo Ernesto Laguardia junto con otros tres televisos que con trabajo articulan una oración completa sin equivocarse. ¿Es tan difícil leer el teleprompter? No pienso ver más, sólo se me ocurre hacer una nota mental para nunca olvidar que estoy mejor sin televisón nacional (excluyendo los canales 11 y 22). Pena ajena, es increíble...

sábado, 19 de septiembre de 2009

La relación más difícil

Soledad. En ocasiones mi aliada, pero también mi yugo, un estigma. De todas las relaciones que he hecho en esta vida, sin lugar a dudas, la que tengo conmigo es la más importante. Tristemente, también es la que más he descuidado. Se me ha olvidado (o no he querido) fortalecer esa conexión y, durante mucho tiempo, me he aferrado a otros como si fuesen una tabla de salvación tras el naufragio.

Después, lo inevitable. La gente va y viene, las ciudades cambian, los ciclos terminan y yo me quedo en medio de la nada sin aceptar que para estar bien con alguien más es preciso reconciliarme con mi persona. Y así me mantengo suspendida, como saltando de un árbol a otro, sin soltar una rama hasta alcanzar la siguiente.

Pareciera que he desperdiciado mucho tiempo y esfuerzo construyendo murallas en lugar de puentes porque a
l final sólo hay soledad, no importa quiénes y cuántos estén a mi alrededor. Por ello, es imperativo restaurar los lazos que me unían a mi misma antes de seguir con la obstinación de relacionarme con otras personas.

Quiero volver a disfrutar de la soledad para encontrarme, después de un considerable periodo, en buena compañía conmigo misma.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Disturbio Mental

¡Hoy nada me importa! Al menos eso pensé cuando abrí los ojos, muy cansada por el ritmo de vida (fundamentalmente nocturno) que me he impuesto últimamente. Decidí dejar el mundo por un día. Hoy no me subí, punto. No me interesaron las manifestaciones, las pláticas (triviales o profundas), la inseguridad de la Ciudad de México ni la intensa lluvia que Tláloc tuvo a bien enviar. Hoy preferí adentrarme en mi propio ser, en mi existencia.

Hubo de todo: sol, lluvia, congestionamiento de ideas y, sobre todo, un cúmulo de fantasías quiméricas, de esas que te hacen meditar y que dejan al descubierto los más profundos secretos del inconsciente.

Intrincados callejones, laberintos mentales, una autopista de información (mucha veces inútil), recuerdos encerrados en cajones empolvados. Deseos que rayan en lo imposible, esa terca y constante atracción por lo prohibido, y al fondo, sólo obscuridad. Frente al yo imaginario que recorría estos senderos se encontraba el lado más infame (no siempre reprimido) de mi persona.

Me parece que es mejor lidiar con el tráfico, las inundaciones y la, a veces insoportable, superficialidad de las personas que nadar en las aguas negras de mi mente y despertar el lado más vil que existe dentro de mi.

No, mi cabeza no se asemeja a un país desarrollado, más bien es un desastre que de alguna extraña y maravillosa manera se las ha arreglado para salir adelante, pero no por ello deja de ser un CAOS.